No pensaba escribirle de nuevo tan pronto, sin embargo, nuevos descubrimientos me obligan a hacerlo. Y de manera urgente. Llegado a este punto, me veo en la obligación de aclarar que los métodos inevitablemente virtuales de los que me he valido no me hacen feliz, pero su extensión es tal que no he podido evitarlos, no he sabido hacerlo y, si por un lado perdí la parte artesanal, por otro confío en que tal vez logre redimirme intelectualmente. Quiero decir, Jaurella, que googleé su nombre.
"Arturo Martín Jaurella": nou risolts
"Jaurella": nathin rélevant for mí
"Arturo Martín": y se hizo la luz al tercer resultado.
Y eliminando toda posibilidad de efecto, lo digo y lo declaro ahora mismo:
"Arturo Martín Jauretche nació en Lincoln".
Así que Jauretche. Conservamos idéntico el nombre de pila; a su apellido le quitamos la terminación y la reemplazamos por una italiana, que, a la sazón, implica diminutivo. Un pequeño Jauretche italiano. Luego, no existe; eliminación del autor. Muy Pop para mi gusto; un pequeño Jauretche italiano y pop. Muy posiblemente, no sea siquiera un pseudónimo. Arturo Martín Jaurella no existe. Sin embargo, aún puedo intentar construir algo más de usted (espero que me permita tal atrevimiento como construírlo; después de todo, usted no existe y es tan susceptible de modificación como esta carta misma).
Recordemos el tercer punto que le planteara en la carta anterior: por qué esas dos obras justamente.
En primer lugar, debo decir que la primera de las dos, esto es, "f.o.r.j.a.n.d.o." me hizo desistir de cualquier intento de considerar a todo el asunto como una gigantesca coincidencia, que Arturo Martín Jaurella sí fuera un nombre real, que casualmente se pareciera a Jauretche. Pero no. ¿Acaso me toma
por estúpido, Jaurella? Porque si es así, tiene razón. Hace ya casi un año que religiosamente, cada semana me envía al menos un trabajo suyo y el tercero de ellos ha sido "f.o.r.j.a.n.d.o.". Por lo tanto, hace casi un año menos tres semanas que delante de mis ojos he tenido la falacia de su nombre. "Arturo Martín Jaur...", "FORJA...", no podría haber sido más evidente aún si el nombre elegido hubiera sido Canning.
Ahora bien, tanto de uno como de otro textos publicados, podría extenderme aún más en análisis ya cuasi estrictamente poéticos, de los cuales (no me cabe duda), lograría extraer aún más detalles sobre su posible identidad. Pero nuevamente me limita el deseo de que esta carta sea publicada y por lo tanto debo terminarla. Entonces digo:
Querido Jaurella, me ha dejado como un imbécil y quizás esto suene a racción de amor propio herido, pero sinceramente no le creo.
Usted es una farsa que toma nombres de la parte de la historia que más entrañable se me hace, los mastica, los digiere y los devuelve como otras cosas, al borde de la inexistencia y la descomposición total. Si eso hace con los nombres, me pregunto qué hará con los ideales. Ideales que también son míos.
Y por lo tanto lo desafío. Lo desafío a que en forma de soneto me conteste y demuestre que es un artista más allá de sus técnicas pop que en mi ignorancia me exponen.
Atentamente
Augusto Ramiro López Taborda
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2 comentarios:
Jaurella Vive!
hey, pasese por mi blog compañero:
odiseaverite.blogspot.com
yo ya lo estoy siguiendo.
(en breves tratare de devolverle su libro, no se preocupe)
(o si)
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